La Agencia Internacional de Energía (IEA) proyecta un aumento global sostenido de la demanda eléctrica del 4% anual hasta 2027. Impulsado por la electrificación del transporte, la industria, los edificios y el crecimiento de los centros de datos. En ese contexto, el 95% del aumento en la generación eléctrica se cubrirá con energías renovables, particularmente solar y eólica.
Pero este panorama global de transformación energética también implica importantes desafíos para países como México, que aún enfrentan vulnerabilidades estructurales, dependencia de combustibles fósiles e infraestructuras limitadas.
México ante una demanda creciente y un sistema en tensión
Tan solo en mayo de 2024, México alcanzó un récord de demanda eléctrica cercana a los 50 GW, lo que provocó apagones rotativos en 22 estados del país. Esta situación evidenció la fragilidad del sistema eléctrico nacional y la necesidad urgente de modernización.
La matriz energética nacional sigue dependiendo en más de un 60% del gas natural, mientras que factores como la sequía han reducido la flexibilidad de la generación hidroeléctrica. A esto se suma la insuficiente capacidad de transmisión, lo que ha generado cuellos de botella que afectan la estabilidad del suministro.
El Plan Nacional de Energía: avances y limitaciones
El gobierno federal ha declarado su compromiso con la transición energética a través del Plan Nacional de Energía (PNE), que plantea:
No elevar las tarifas eléctricas por encima de la inflación
Ampliar la participación del sector privado en energías renovables
Mejorar la infraestructura de transmisión y distribución
Mantener un control estatal del 54% en los activos energéticos